
Seguimos con nuestro plan de escribir una novela en un año y llegamos a uno de los momentos clave en la creación de toda historia: concretar la trama y su planificación. Es uno de los hitos más importantes en el trabajo que supone escribir una novela y de ello dependerá en muchas ocasiones el desarrollo de todo lo que te queda por hacer.
Como todo en esta vida hay varias maneras de hacerlo, así que vamos a ello, porque hay una guerra que está a punto de desatarse y tienes que elegir un bando.
Ya sabes de lo que vas a escribir e incluso te has pasado un mes (o más) documentándote para esa historia que, a estas alturas, no te deja dormir. A no ser que tengas unas asombrosas dotes de concentración mental, lo más probable es que ahora mismo tengas una idea general de lo que va a suceder en tu novela, quienes son tus protagonistas y la ambientación. Poco más. Ojo, digo poco más pero en realidad es mucho, aunque el caso es que ahora vamos al meollo de la cuestión.
Planificar o no planificar, esa es la cuestión
Té o café. Gatos o perros. Patatas con ketchup o sin ketchup. El mundo se divide en dos grandes masas y aunque siempre hayas evitado posicionarte ahora no te va a quedar otro remedio que hacerlo porque tú ¿planificas o no planificas tu novela?
Desde el principio de los tiempos hay una gran batalla que se libra entre dos tipos de escritores: planificadores contra improvisadores. Cada uno expone sus razones para convencerte, todos llevan algo de razón y tú te encuentras más perdido que un pulpo en Ikea, pero no te desesperes porque hay un secreto detrás de todo esto.
Y es que, elijas lo que elijas, estará bien. En serio.
Para los planificadores (o plotters, en su versión anglosajona) empezar una novela sin haber hecho un guión previo es poco menos que un suicidio. Ellos prefieren hacer un resumen, esquemas, guía de capítulos, fichas de personajes y, en general, cualquier cosa que se les vaya ocurriendo y que crean que van a poder utilizar más adelante en su novela.
Por otro lado, los improvisadores (o pantsers) prefieren sentarse a escribir con solo una ligera idea de lo que va a ocurrir en su historia, y se van dejando llevar, guiados por los personajes. Van construyendo la trama a medida que van escribiendo, aunque obviamente parten de una idea concreta que van desarrollando o incluso cambiando a medida que escriben.
Para los planificadores, escribir sin saber lo que va a ocurrir a continuación supone una fuente de estrés y una pérdida de tiempo, mientras que para los improvisadores saber lo que va a pasar les hace perder el interés en la historia y ven como su creatividad queda limitada.
¿Cual de las dos posturas es la correcta?
Pues ninguna. O las dos, depende de cómo lo mires.
Esto es una cuestión muy personal (casi tanto como echarle o no ketchup a las patatas fritas) y depende mucho de cada escritor y cómo se maneje con las tramas y, por supuesto, del tipo de historia que se vaya a escribir. No es lo mismo escribir sobre una viuda que va a recordar a su marido a la orilla del mar que una novela sobre varios universos paralelos en los que hay asesinatos. En cualquier caso, si es la primera vez que escribes una novela no te va a quedar otra que escuchar a tu instinto e ir probando qué es lo que mejor te va como escritor.
Recuerda, no todos somos iguales, y lo que sirve a uno puede no servirle a otro.
En mi experiencia personal, diré que suelo ser más planificadora que improvisadora, aunque en mi caso concreto siempre dejo un hueco para lo que se me vaya ocurriendo. Me gusta empezar con un resumen claro de todo lo que va a pasar en la novela, con sus puntos de giro más importantes y el final más o menos claro. Esto no siempre es posible, claro, y a veces tengo huecos que voy rellenando conforme escribo.
Y es que, no sé si a vosotros os pasa lo mismo, pero es cuando estoy escribiendo cuando más ideas tengo sobre la historia. Llegados a ese punto, mi cerebro vive y sueña con esos personajes así que me parece normal que se me vayan ocurriendo ideas que no tienen mucho que ver con lo que había pensado al principio y que intento, en la medida de lo posible, ir acomodando a lo que ya tenía planificado.
Tengo que aclarar que planificar la historia NO significa que sea todo inamovible y que no pueda cambiar la trama. No hay nada escrito en piedra, os lo recuerdo, y siempre, siempre tendrás el control de tu historia, decidas lo que decidas hacer. Sin embargo, para mí resulta un alivio ver que ya sé lo que tengo que escribir cuando me siento delante del ordenador porque hay que admitirlo, no todos los días estoy inspirada ni tengo unas ganas locas de escribir. Hay días en los que preferiría que me sacaran las tripas con una cuchara pero ey, esa novela no va a escribirse sola.
Si eres de los que improvisan, me temo que los siguientes artículos no te van a servir de mucho, ya que nos vamos a centrar en la planificación de la novela. Si eres de los que planifican, permanece atento, porque vamos a ir desgranando un montón de trucos para hacer que este tramo sea uno de los más importantes en la construcción de tu novela y que así te ahorres trabajo en el futuro.
En cualquier caso, sea como seas, te propongo un ejercicio muy útil para tener una visión del total de tu novela. Esto que os propongo es algo que se hace de manera normal en los informes de lectura profesionales y consiste en resumir toda tu novela en solo dos páginas. Evidentemente, en un informe se hace a posteriori, y no tiene otro fin que ver con claridad los momentos importantes de la historia, los puntos de giro y el clímax, pasando olímpicamente de todo ese relleno que le da robustez a una historia. Si no sabes muy bien cómo hacerlo practica con novelas que conozcas bien o con tus últimas lecturas, y después, a la carga.
Toda tu novela en un máximo de dos páginas.
No va a ser fácil, pero verás que cuando lo termines tendrás las cosas bastante más claras.