
Enamorarse es fácil, al menos para mí. Sigo los consejos de Ray Bradbury y me enamoro unas mil veces al día, ya sea de personas, personajes, zapatos o libretas. Nada escapa a mi amor y es que no puedo evitarlo. Está claro que lo que aquí nos interesa son los personajes (aunque también puedo hablaros de zapatos, no hay problema)y a continuación vamos a hablar de cómo conseguir que tus lectores se enamoren de tus personajes.
Aunque no sean Kennet Branagh.
Queramos o no, los personajes son el motor de nuestras historias. Son ellos los que van a conseguir, en última instancia, que el lector siga pasando páginas. Es lógico que tú, como autor, estés locamente enamorado de tus personajes (no tendría mucho sentido si no fuera así) pero tenemos que conseguir que ese amor trascienda y llegue a tus lectores. Que los amen sin remedio, que los encuentren fascinantes, que odien lo que hacen pero que sean incapaces de dejar de leer, a esto es a lo que aspira cualquier autor.
Sigue leyendo y toma nota, que con estos consejos seguro que lo conseguirás.
1. Personajes redondos VS Personajes planos
Primero vamos a hacer una distinción necesaria: en todas las historias hay protagonistas y secundarios. Es lógico y normal, y en muy pocas historias vas a encontrarte solo con protagonistas ya que, normalmente, tus personajes viven en el mundo (ya sea este u otro) y se relacionan con los demás. El escritor E. M. Foster hacía una división clara entre los personajes. Por un lado están los Personajes redondos, que son aquellos personajes que tienen matices, que puedes sentir como reales y que normalmente son los protagonistas o antagonistas. Por otro lado están los Personajes planos y son aquellos, como su nombre bien indica, cuya personalidad no está tan trabajada y que suelen ser los secundarios.
Ojo, que un personaje sea plano no es algo necesariamente malo. De hecho, así suelen ser los personajes de los cuentos de hadas o de algunas historias en las que prima la trama sobre los personajes. Sin embargo, desde mi punto de vista, tu novela debería estar protagonizada por un personaje redondo, alguien con quien el lector se puda identificar u odia, que tenga matices y que, en definitiva, parezca real y no un recortable.
2. Rellena su ficha policial
Vamos a empezar por lo básico: ¿Quién es? ¿Hombre, mujer, perro? ¿Qué edad tiene? ¿Dónde vive? ¿Qué aspecto tiene? Lo más probable es que ya sepáis estas cosas, o al menos lo básico, pero aquí vamos a dar un paso más. Ya sabrás si tu historia está protagonizada por un hombre de mediana edad que se ha quedado sin trabajo o por una jovencita que acaba de empezar en la universidad, pero me temo que esto no es suficiente para conseguir un personaje redondo.
Hazle preguntas a tu personaje. Crea una ficha para él y rellénala de la manera más exhaustiva posible. Escribe sobre su infancia, sus amigos, sus colores favoritos y las comidas que odia. Conócelo mejor que a nadie, porque conocer sus detalles te va a permitir que los sientas como alguien vivo y eso se nota a la hora de escribir. Si os va la marcha, aquí tenéis nada menos que 50 preguntas para hacerle a vuestros personajes. Si después de esto no lo conoces, ríndete, en serio.
Ten en cuenta que no tienes porqué utilizar todos estos detalles en la novela. De hecho, es mejor que no lo hagas, pero el hecho de que tú los conozcas a fondo te va a dar ventaja a la hora de crear un personaje humano, con sus fallos y sus virtudes, y sobre todo a la hora de escribir sus reacciones, haciendo que estas sean lo más reales y creíbles posibles.
3. Dame detalles… pero tampoco te pases
Pongámonos en situación. Has rellenado cinco folios con las características de tus personajes, sabes que día hizo la comunión y cual es su número de pie. Está muy bien, de verdad, pero no hace falta que se lo cuentes TODO al lector. Y es que el lector quiere leer a personas reales, no sus fichas policiales, y aquí es donde viene lo difícil. No puedes quedarte en el punto anterior y vomitar toda esa información en tu novela porque no va a funcionar.
Imagina una novela en la que cada vez que salga un personaje tengamos que leerlo todo sobre él: Aquí llega María, que tiene 28 años, pelo castaño cobrizo y trabaja en una guardería. A María le gusta el helado de pistacho y, sorprendentemente, odia el jamón serrano. Además, tiene un novio no demasiado recomendable, al que conoció en un día de playa cuando iba con…
Podríamos seguir hasta el infinito y tu lector ya se ha ido a ver vídeos de gatitos.
Es mejor poner en práctica esa célebre frase de Show, don’t tell y que es básicamente el pilar de la narración. No me digas que Silvia tiene muy mal humor, dime que está desesperada y bufando porque el autobús llega un minuto tarde. Cúrrate un poco las descripciones de tus personajes pero con mesura: a nadie le gusta leer datos y más datos.
Una vez leí una novela (lo siento de verdad, no recuerdo ni título ni autor) en la que se describía a un personaje como igual que Orlando Bloom en Piratas del Caribe. Tal cual. Os prometo que no me lo estoy inventando. No hagáis esto, por favor os lo pido.
4. Todo el mundo quiere algo
Tú quieres algo. Yo quiero algo (y no solo son zapatos). Tus personajes, por tanto, también quieren algo. Da igual que sea conquistar la galaxia o hacerse un café en condiciones, el caso es que tus protagonistas deben tener una motivación. Y es esta motivación la que va a hacer que los lectores sigan a tu personaje hasta el final.
Además, ese algo que quiere no debe ser demasiado fácil de conseguir o te habrás quedado sin historia antes de empezar. Si tu protagonista quiere unos zapatos y va a Zara y se los compras ya está, fin, hasta nunqui. Sin embrgo, si quieres unos zapatos, va a Zara, resulta que no hay su número, una de las chicas se lo busca, encuentra un par que queda (¡el último!) y resulta que al final ese par está defectuoso… aquí tienes una historia. Más o menos interesante, pero historia al fin y al cabo.
Estos problemas que se le van a ir presentando al personaje forman parte de la trama y lo que vimos anteriormente de los puntos de giro pero es precisamente la reacción a estos problemas lo que va a hacer de tus personajes alguien real y único. Para conocer sus reacciones, su manera de pensar y de actuar necesitas precisamente la ficha policial que ya le has hecho.
Procura que tus personajes se mantengan siempre lo más coherentes posibles y que sus acciones sigan una secuencia lógica. Recuerda también que imprevisible no es lo mismo que inverosímil, y esto es algo que deberías grabarte a fuego.
5. Sigue a tu personaje… pero no dejes que él domine la historia
Ya conoces cómo es tu personaje. Sabes qué es lo que quiere, qué es lo que va a hacer para conseguirlo y cómo va a reaccionar cuando se le vayan presentando los diferentes impedimentos. Perfecto. Tu personaje ya es una persona real (más o menos) por lo que descubrirás con sorpresa que empieza a tener cierta autonomía y que no siempre va a hacer lo que tú pensabas que iba a hacer.
Esto es lógico y normal, pero hasta cierto punto. Hay escritores que abogan por seguir al personaje e ir transcribiendo sus aventuras, sin que ellos hagan mucho más, pero desde mi punto de vista esto conlleva un terrible peligro. Sí, tienes un personaje real y creíble, cautivador, y un montón de escenitas monas en las que tu personaje es capaz de enamorar a cualquiera… pero no tienes trama. Esto puede pasarte, te lo digo por experiencia de primera mano, y no hay nada peor que darte cuenta de que has estado siguiendo a tu personaje y ahora tienes trescientas páginas de las que te sobran doscientas ochenta.
Dolor, eso es lo que vas a sentir.
Es inevitable que tu personaje evolucione al trabajar en él, y es bastante probable que él mismo te vaya dando ideas de cómo y qué va a ocurrir tu historia, pero no olvides nunca que aquí el jefe eres tú. Tú eres el que manda y aunque te permitas ciertas variaciones en la trama que ya tenías prevista no le des plenos poderes a tus personajes o lo lamentarás…
Bonus Track: Elegir un nombre
Elegir el nombre de tus personajes no es tarea fácil y para algunos autores es todo un ritual. Puede ser que lo tengas muy claro o puede ser que aún le estés dando vueltas, pero los nombres de nuestros personajes, en especial los de nuestros protagonistas van a ser algo importante en la historia, así que tómate tu tiempo para elegirlos.
Puedes elegir nombres por su sonoridad, por su originalidad o por sus implicaciones. Por ejemplo, que el perro de tu protagonista se llame Mr. Darcy ya nos está diciendo mucho de ella, ¿no crees? Si te resulta de ayuda, puedes consultar páginas o libros con los significados de los nombres más comunes y dejarte guiar por ellos.
En general, pensa que nuestro nombre aporta más información sobre nosotros de la que quisiéramos y puedes utilizarlos como un elemento cómico o de sorpresa, todo depende de ti. Eso sí, intenta que los nombres de tus personajes no sea demasiados parecidos, no le pongas las cosas demasiado difíciles al lector.
Si sigues estos consejos conseguirás dar vida a unos personajes con mucho potencial y ya sabes que no hay nada mejor que enamorarse de tus personajes (y de los de otros, por supuesto. ¿Qué trucos utilizas tú para crear unos personajes redondos?