El otro día hablábamos de cómo elegir una idea concreta para desarrollar vuestra novela, pero hoy quiero ir un poco más allá. Meterme en el barro y enfangarme hasta los codos, igual que cuando trabajaba de arqueóloga (un día os lo contaré, es muy divertido). Y es que hay una pregunta que siempre nos hacemos y hacemos a otros autores.
¿De dónde vienen las ideas?
La respuesta rápida es: NO TENGO NI IDEA. O sea, de verdad, no tengo ni la más remota idea de porqué tengo las ideas que tengo, y si le preguntas a otros autores la respuesta va a ser similar. Vi una vez una viñeta muy graciosa, que representaba a un montón de autores conocidos alrededor de una mesa diciendo algo así como ¿Y qué vamos a decir cuando nos pregunten de dónde sacamos las ideas? No guardé la viñeta en ese momento (shame, shame) y ahora me ha sido imposible encontrarla, pero resume a la perfección lo que os quiero decir.
¿Por qué un autor tiene una idea y no otra? ¿Qué es lo que lleva alguien a imaginar a niños magos, naves espaciales que se autodestruyen, mujeres que cometen un asesinato con una pata de cordero? No lo sé, pero lo peor es que ellos tampoco. Todos hemos sentido esa sensación, esa pequeña semillita que se abre paso en tu mente, sin saber muy bien de dónde ha salido, pero ahí está, creciendo y haciéndose fuerte.
Ahora bien, que no sepamos exactamente de dónde vienen las ideas no significa que no hagamos todo lo posible por tener más y más, porque aquí el afán por tener más y más no está mal visto en absoluto. Vuelvo a ponerme pesada y a recomendaros encarecidamente que tengáis una libreta siempre a mano para apuntar todas las ideas, por peregrinas que os parezcan. En serio, cuando sea millonaria voy a comprar libretas para todos vosotros (#nadiesinlibreta) y por fin podré respirar tranquila.
Tener ideas es fácil, o al menos no tan difícil como puede parecer de primeras. Ojo que no hablo de ideas millonarias ni superoriginales, simplemente de ideas. Tengo que aclarar que lo que yo llamo ideas es prácticamente cualquier cosa, desde nombres chulos para personajes, ideas para tramas, imágenes mentales, etc etc. Mi consejo es que apuntéis absolutamente todo lo que se os ocurra, ya tendréis tiempo luego de descartar.
David Lynch dice en Atrapa el pez dorado que cuanto más profundas son las aguas más probabilidades tienes de pillar un pez grande. Su método para expandir su mente y pescar ideas grandes es la meditación, cosa que a mí por desgracia no me da resultado, pero oye, esto es un ejemplo más de que no hay consejos que sirvan absolutamente para todo el mundo, y que lo que a u no le va bien a otros puede que no tanto. Si la meditación os da buen resultado contádmelo por favor, que estoy genuinamente interesada en saber porqué conmigo no termina de funcionar.
Hay rachas de ideas sin fin y otras de sequía, pero con estos consejos nunca te quedarás sin ideas.
Mantén tu mente abierta
Las ideas revolotean por el aire, o eso es lo que me gusta pensar, y nunca sabes cuando vas a poder pescar una (recuerda: libreta siempre a mano, no se vaya a escapar), pero es verdad que cuando tenemos una mentalidad abierta todo parece fluir de manera más fácil. Y con esto no me refiero a nada ni remotamente new age, sino a algo más bien prosaico como puede ser ver hojear una revista o ver películas de un género que no sueles ver.
Es lógico, al fin y al cabo. Si sólo ves y lees romance histórico no te van a venir ideas de naves espaciales. Puede que me digas que no interesan las naves espaciales, y te daré la razón, pero es más fácil tener ideas de todo tipo cuando tu mente se enfrenta a algo nuevo, cuando la haces pensar.
Abúrrete
Aburrirse tiene mala fama y no debería ser así. Si no va acompañado de sueño mortal y ganas de quedarse frito por las esquinas (es lo peor que te puede pasar y todos hemos tenido momentos de eso, sobre todo en clases plomo) es un potente creador de ideas, y es que no hay nada como aburrirse para que tu mente empiece a divagar. Y cuando divaga se le ocurren ideas (absurdas, la mayoría) y de alguna de estas ideas puede surgir algo grande…
Confieso que me distraigo con facilidad. Con mucha facilidad, de hecho, voy y vengo y se me olvida lo que tengo entre manos y cuando me quiero dar cuenta estoy pensando en cosas que no tienen absolutamente nada que ver con lo que estaba haciendo. Esto no es garantía de que vayan a surgir ideas geniales, pero seguro que más de una vez se te ha ocurrido algo guay mientras te aburrías como una ostra.
Enamórate
De todo y de todos. Como decía Ray Bradbury, el amor está en el centro de mi vida, y creo que es una verdad absoluta. Rodéate de cosas que te gusten, mantén alta tu pasión y es inevitable que las ideas surjan. Por ejemplo, yo me enamoro mucho de personajes de películas (sobre todo si les da vida Kenneth Branagh, Russell Crowe o Sean Bean, ejem), y no es la primera vez que mi amor por un personaje concreto ha dado lugar a otra historia totalmente diferente. Quiero escribir una entrada completa sobre fanfiction porque os aseguro que es un recurso de lo más útil que cada vez que he utilizado en las clases ha dado resultados más que positivos.
En definitiva, llena tu vida de pasión y verás como las ideas no paran de surgir. Mejores o peores, pero ideas al fin y al cabo.
Escribe
Puede parecer obvio pero no lo es tanto. Cuando estamos atascados, cuando no sabemos qué poner sobre el papel la idea de escribir puede parecer estúpida, pero no lo es en absoluto. No te voy a decir que te fuerces porque, al menos en mi caso, eso no da ningún resultado, pero sí que te esfuerces. No es lo mismo, ni mucho menos.
Escribe lo que te ha pasado durante la semana. Escribe sobre un personaje que te guste (aunque no sea tuyo). Si tienes novelas terminadas, escribe alguna escena perdida. Si tienes historias a medias intenta terminarlas. Escribe, sea lo que sea, y poco a poco las ideas irán asomando tímidamente su cabecita. Como dice Neil Gaiman, Make good art. Make it on the good days, make it on the bad days too.
Y vosotros, ¿de dónde sacáis vuestras ideas?